En Restaurante Fénix Olèrdola nos encanta sorprender a nuestros clientes con cortes de carne especiales, y uno de los que más pasiones despierta es el lagarto a la brasa. Este corte, poco conocido por el gran público hasta hace unos años, es una auténtica delicia para los amantes de la buena carne. Su jugosidad, sabor intenso y textura tierna lo han convertido en un plato imprescindible en nuestra carta.
¿Qué es el lagarto?
El lagarto es una pieza alargada de carne que se extrae de la zona situada entre las costillas y el lomo del cerdo. Su característica forma estrecha y alargada, unida a las finas vetas de grasa infiltrada, le confieren una textura suave y un sabor muy especial. Aunque su nombre pueda parecer curioso, no tiene nada que ver con el reptil: se debe simplemente a la semejanza de su forma cruda con la silueta de un lagarto.
Origen y tradición del lagarto
Este corte es muy típico en Andalucía y Extremadura, donde el cerdo ibérico es el gran protagonista de la gastronomía local. En sus orígenes, el lagarto era una pieza reservada casi exclusivamente para el consumo familiar, dentro de las tradicionales matanzas. No formaba parte de los cortes más comerciales y, por ello, durante décadas fue un secreto bien guardado en las cocinas rurales.
Con el paso del tiempo, y gracias al auge de la cocina a la brasa y a la recuperación de cortes tradicionales, el lagarto ha saltado de las parrillas caseras a las cartas de los mejores restaurantes, conquistando paladares en toda España.
Lagarto a la brasa: el arte de su preparación
En el Restaurante Fénix lo preparamos de manera tradicional, respetando al máximo la calidad del producto. Cocinar el lagarto a la brasa es una de las formas más sabrosas de disfrutarlo, ya que el fuego directo sella la carne, mantiene sus jugos y potencia al máximo su sabor.
Algunos consejos para lograr un lagarto a la brasa perfecto:
- Elegir buena materia prima: siempre que sea posible, optar por cerdo ibérico de calidad.
- Parrilla bien caliente: empezar con fuego fuerte para sellar la carne y después bajar la intensidad para terminar la cocción.
- Punto justo de sal: añadir la sal gruesa una vez la carne esté marcada para conservar la jugosidad.
- Reposo antes de servir: dejar que la pieza repose un par de minutos tras la cocción para que los jugos se distribuyan.
Otras formas de cocinar el lagarto
Aunque la brasa es su preparación estrella, el lagarto es muy versátil en la cocina y se presta a múltiples elaboraciones:
- A la plancha: rápida y sencilla, ideal para destacar su sabor natural.
- Al horno: con hierbas aromáticas y un chorrito de vino blanco, perfecto para cocciones lentas.
- En guisos: aporta melosidad y un toque especial a platos de cuchara.
- En adobo: marinado con ajo, pimentón y aceite de oliva, como se hacía tradicionalmente en las casas de campo.
Curiosidades del lagarto
- Su grasa infiltrada lo convierte en un corte muy jugoso que no necesita salsas elaboradas para destacar.
- Es un corte relativamente pequeño, por lo que no siempre está disponible en grandes cantidades en las carnicerías.
- En las zonas productoras, el lagarto era uno de los primeros cortes que se probaban durante la matanza, a menudo degustado alrededor del fuego.
El lagarto en el Restaurante Fénix Olèrdola
En nuestra parrilla, el lagarto se cocina lentamente sobre brasas de leña seleccionada, que aportan un aroma ahumado y profundo. Lo servimos acompañado de guarniciones frescas y de temporada que realzan su sabor sin restarle protagonismo.
Si buscas un restaurante en Olèrdola donde disfrutar de auténtica carne a la brasa, el lagarto del Restaurante Fénix es una experiencia que no te puedes perder.
Te invitamos a visitarnos y descubrir por qué este corte se ha convertido en uno de los favoritos de nuestros clientes.